Auto regulación y estructura

El SAT 3, el renacimiento, supuso para mí una restauración y reestructuración de yo como hija, frente a las figuras parentales.

Por un lado, la presencia, la mirada materna que permitió que todas mis necesidades como niña, las de nutrición, las afectivas y de placer fueran satisfechas. Por otro lado,  la presencia, el afecto y el abrazo paterno fueron los que me dieron la oportunidad de restauración.

Parte materna

Durante un período de 5 meses hemos estado teniendo un espacio para el juego libre casi todos los días, con la duración de entre media y una hora.

Los niños disponían de toda la libertad para jugar, utilizar los materiales que quisieran. Generalmente hacían juegos de roles, complementados con materiales como la plastilina, el cartón y el propio mobiliario de clase para proyectarse en objetos y satisfacer sus necesidades a través del juego simbólico. Disfrute, juego y relación.

Mientras ellos jugaban yo observaba y anotaba en un portafolio cómo se iban desarrollando las sesiones a nivel de relación entre ellos juntos mis sensaciones, percepciones y dónde yo me he visto reflejada o he tenido insights a partir del juego de los niños.

A la vez que les daba a ellos la oportunidad  de disfrutar a través del juego, me la estaba dando a mí misma, más allá de las voces internas que me inducían a “ponerles trabajo”.

Parte paterna

En un momento del juego, y gracias a la mirada sistémica, me di cuenta que era emergente introducir a la figura paterna, a los padres en el día a día de los niños.

Junto con esta percepción necesité integrar contenidos y metodología, de alguna manera más atractiva y lúdica para mí y para ellos.

Así que lancé la propuesta de un proyecto de los gigantes del pueblo que a los niños les fascinan haciendo así 4 bloques de trabajo, coincidiendo un bloque con cada gigante. En cada bloque hice una selección de contenidos acorde a cada gigante e integré la participación de distintas personas del pueblo, las familias y salidas didácticas al propio pueblo. Consiguiendo así una estructura, sin embargo, acorde a los intereses de los niños e integrando la participación en el entorno rural. Una estructura respetuosa, en otras palabras.

Presentar esta propuesta a la dirección y a las familias del colegio me obligó a colocarme en un lugar de responsabilidad y de madurez, ya que se suponía que estaba saltando los límites de lo establecido. A la vez, sentí un descanso enorme.