“De mayor” quería ser madre y, a ratos, astronauta. Sentía que el mundo era un lugar hostil, me costaba encajar en los grupos. Deseaba crecer. Elegí bachillerato de ciencias, psicología… Lo mejor es que nada fue como imaginaba, conocí la amistad, el amor, el desamor, los ríos, el teatro, Latinoamérica, la Terapia Gestalt, … Me perdí en varias ocasiones (y las que me quedan), cometí grandes “errores”, que hoy atesoro con cariño. Un viaje este, el de ir des-cubriéndome y acompañar a otrxs en su propio camino.
De adolescente me recuerdo inseguro y perdido. La música y la cocina son trabajo y refugio. Me gusta escuchar aunque estoy un poco sordo. Me gusta acompañar aunque a veces no te vea. SAT y Biodanza me ayudan a desplegar mis alas y potenciales.
En la universidad estudié la licenciatura en Ciencias Químicas y trabajo como profesora de secundaria en el mismo colegio en el que fui alumna de niña y adolescente. A la vez, me he ido formando como gestaltista, dándole lugar así a la parte humanista que tanto eché de menos durante mis años de estudios de ciencias. Me gusta fotografiar plantas, meditar, pintar y, en general, los trabajos manuales.
Ser scout y pertenecer a un grupo dio sentido a toda mi adolescencia y juventud. Fui heavy, hippie y delegada de clase. Estaba enamorada y tenía prisa. Comprometida como voluntaria en lo social y educativo creía que podíamos cambiar el mundo. Y, aunque no pierdo la esperanza de habitar uno más justo y sostenible, redescubro cada día el valor de la aceptación y la calma. Mis propias incoherencias. La necesidad de la comunidad y de una mirada compasiva. Mi casa es la naturaleza. Mi cuerpo, el territorio más vasto.
De niño fui el pequeño y el mimado, conforme crecí, en la adolescencia, empecé a descubrir que mi forma de ser no encajaba del todo y me hacía sufrir, decidí adaptarme para ser aceptado. Así mi sufrimiento fue creciendo. Encontré una salida en la amistad y en el teatro. Aunque estudié ingeniería, mi pasión por el arte y lo humano me llevó a formarme como actor y, de la mano de la gestalt, como acompañante de caminos y procesos personales donde caben todo tipo de diversidades, sin tener que adaptarse.
Desperté de la infancia en la confusión total. Mi identidad, mi sexualidad, la masculinidad atravesaron de lleno mi adolescencia. Esa confusión me llevó a los libros de psicología para encontrar algún sentido, pero donde encontré las respuestas fue en la vida, los amigos y en el compartir, no sin culpa y dificultad. Por ello me dedico a la adolescencia, sé que el camino puede ser muy difícil y también cuánto necesitaba hablar de lo que me sucedía y llegar a la aceptación de quién era y soy.
Después de niño, tuve durante mucho tiempo la sensación de esa infancia perdida que ya no volverá, y recuerdo la adolescencia como una época muy agitada en la que me rebelé contra tener que hacerme mayor. Al final encontré en acompañar ese viaje de la infancia y a la adolescencia un modo de vivir y en la música un sentido.
De mayor quería ser jugadora de baloncesto profesional o vivir en una tribu en medio de la selva. De adolescente me sentía un bicho raro y encontré en el deporte y los campamentos mi refugio. Después de muchas lesiones graves cambié el deporte por terapia corporal integrativa donde aprendí a percibir mis límites en lugar de llevarme a superarlos. Viajé por el mundo pero el viaje más profundo que a día de hoy sigo haciendo es el de conocerme a mi misma. Desde aquí acompaño la adolescencia en un proyecto de educación viva y en terapia. También me podéis encontrar en las montañas.
De adolescente me sentía perdida y agitada a la vez. Quería gritar, pero no me atrevía. Estudiar me dio estructura y bailar hardcore me ayudó a sacar toda esa energía contenida. Estudié trabajo social, mis ganas de conocerme más a mi misma me llevaron al mundo de la psicología, la sistémica y la Gestalt desde donde acompaño a dar permiso para ser una misma.
En el instituto no fui muy buena estudiante. Lo que más me gustaba era estar con mis amigxs, bailar y los campamentos. Después, al estudiar educación social y antropología sentí cómo reparaba parte de mi experiencia pasada como “mala estudiante”. Descubrí que amaba el trabajo con grupos y especialmente el acompañamiento a jóvenes. Me encanta conocer personas y escuchar sus historias y he tenido la suerte de poder dedicarme a ello.
Había cosas a mi alrededor que no me gustaban y encontré en el teatro una posibilidad de cambio y en lo artístico un lugar al que pertenecer… sigo ahí … Me creé una armadura para protegerme acorazando mi corazón… Ahora empiezo a ver que quizás la belleza y la vulnerabilidad vayan de la mano.
En mi adolescencia se despertó una búsqueda que a día de hoy sigue viva. Con lo que más me quedo es con una fuerza muy grande por conocer, por leer, viajar, experimentar, explorar, arriesgar…. Ese adolescente sigue vivo en mí y espero que nunca muera. También en la adolescencia la música apareció en mi vida y ya jamás me dejó. Soñaba con ser pianista y crear música, y este sueño se cumplió. Lo que nunca imaginé es que gracias a la música me convertiría en profesor de instituto y acompañaría así a muchos adolescentes durante muchos años. Ahora también soy padre de mi querida hija y compañero de la mujer de mi vida.