Un cóctel, una bebida a tres, que se sirve en un entorno económico y sociocultural determinado, el pueblo de El Milá (Tarragona), un entorno que además de ser su destino, le hace, a su vez, de contenedor.

De esta manera, el entorno se sirve del proyecto – el proyecto está a su servicio – y, al mismo tiempo, le sirve de recipiente, el entorno está al servicio del proyecto. Y en nuestro caso, estando cada uno en su lugar y realizando sus funciones, bebida-vaso-comensal, proyecto y entorno, en una relación que va más alla de la de “contenido-contenedor”, se enriquece y se transforma mutuamente.

Una transformación, utopía educativa, que responde de alguna manera, a las conclusiones sacadas por el emperador en su búsqueda de la verdad. El proyecto, y todo lo que lo conforma, en su vivir, interactúa con el entorno que le rodea (natural, cultural y humano). El objetivo de esta educación que el proyecto representa pretende conseguir que emerja aquello que todos y todas ya llevamos dentro; y sin duda, el hecho de poder desplegar todo nuestro potencial interno es la fuente que nos va a proporcionar, como individuos y como sociedad, aquello que podríamos llamar felicidad.

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